En lugar de los sueños



EN LUGAR DE LOS SUEÑOS
desafío de la mujer que escribe poesía en el destierro

Cazadora de los incansables revuelos del viento
entre las ramas, de fantasmas de hojas
anunciando huracanes de polvo.

Baquiana de apariciones en briznas  expuestas
a sol de medio día. Derrumbadora de muros
y arquitecturas
               v a c i l a n t e s .

Desentendida, voluntariosa, frecuenta caerse del árbol
de quebradizas ramas después de indagar
l  a  r  g  a  m  e  n  t  e   territorio de pájaros.

Se desploma de la espesura a cazar letras, descifrar
salamandras, entre satín de girasoles,         y cae
para perder una palabra como si fuera una vida,
                                                                               c
                                                                               a
                                                                               e.

Mientras tú ves    la caída,     imagina otro cambio;
vislumbra su ojo tornarse anaranjado,
perdurando el otro azul oscuro.   Sin prever
por cuál ojo mira cada muerte, encuentra…

salida a sus secretos pasadizos.  Gesticula en regocijo
entre papel y tinta. Tu revuelo de avispa halle
una suerte de atajo que recorres, durante una tarde
que se aviente a un sol azul anaranjado.
         Ves?
De vez en cuando caerás conmigo al sorpresivo patio
al que ella acude, para no presenciar el terrible toque
de sirenas y botas en la plaza de luces demacradas,
donde su grito se ahogaría para yacer entre despojos.

Crédula de la vida, siempre buscando llave a extraña
cerradura.     A veces cuando sufre desencuentro,
se instala poste a la vuelta de cierta esquina solitaria,
para inventarle cerrojo a esta puerta que se abre
de golpe, sin ganzúa o búsqueda.

    Ella es pálpito junto a esa tarde de sol
    en humedad, abrazándose a minucias.

Un ojo que se vuelca a través de ventanas ilusorias,
sobre la vaporosa congelación de los espíritus.
Mano sorteando parajes suspendidos a cristales
que simulan lluvia.     Ella una ventana, retiene
el sudor del tiempo en la cornisa
                                                     de un antiguo desvelo.

Ella asombrada, refleje en tu rostro de vidrio
ese patio en desconcierto.     En lejanía,  
figura las horas con su flor diaria.   Añora la calle
recorrida con el afán del frío.    La tarde densa
abandonada sobre el sofá, con su ángel al lado

que en esta hora de ocio, practica con ella y contigo
su psiquiatría. Así como ahora, se desmenuce en frases
con la persistencia en alto, antes que este instante
renovándose en el lienzo del tiempo;
desintegre en ti      la caída
                                            en ella… Desarticule
                                                                               la casa, 
gire y desquicie la ventana.

d e s h o j e
                aquí
                 los tornasoles del poema.

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